
Aunque el celular puede facilitar el aprendizaje y la comunicación, su uso sin supervisión puede afectar la salud y el desarrollo infantil
El uso del celular en la niñez ha crecido de forma acelerada en los últimos años. Muchos padres permiten que sus hijos usen celulares para ver videos, jugar o incluso aprender con aplicaciones educativas. En países de América Latina, el acceso a dispositivos móviles entre menores de edad ha aumentado hasta en un 70%, según datos de UNICEF.
Los teléfonos inteligentes ofrecen posibilidades valiosas, como conectarse con familiares lejanos, reforzar conocimientos escolares y desarrollar habilidades tecnológicas desde temprana edad. En contextos rurales o con poco acceso a educación formal, incluso pueden ser un puente al conocimiento.
Sin embargo, organizaciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y asociaciones de pediatría han alertado sobre los riesgos del uso excesivo de pantallas en menores. El desafío está en lograr un equilibrio entre sus beneficios y sus impactos negativos.
Daños físicos y mentales por uso excesivo
Expertos en salud advierten que la utilización prolongada del celular puede provocar daños en la salud física de los niños. Algunos de los efectos más comunes son fatiga visual, dolores de cabeza, problemas de postura y alteraciones en el sueño. También se ha vinculado con un estilo de vida sedentario que puede llevar al sobrepeso u obesidad.
A nivel mental, el uso del celular en la niñez puede aumentar la ansiedad, dificultar la concentración y generar dependencia. Los niños que pasan muchas horas frente a pantallas tienden a mostrar menor capacidad para regular sus emociones y relacionarse con otros de forma presencial.
Estudios recientes indican que la exposición continua a estímulos digitales rápidos puede afectar el desarrollo del lenguaje y la atención en los primeros años de vida. Incluso se habla del “síndrome del niño pantalla”, caracterizado por retraso en el habla y aislamiento social.
¿A qué edad es recomendable comenzar a usar el celular?
La Academia Americana de Pediatría recomienda evitar completamente el uso de pantallas en menores de 2 años. Entre los 2 y 5 años, se sugiere no más de una hora diaria, siempre acompañada por un adulto. En niños mayores, se debe priorizar el contenido educativo y controlar el tiempo de uso.
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En 2024, un comité de expertos en Europa propuso incluir advertencias en los dispositivos móviles sobre sus efectos en la salud infantil, similar a las etiquetas en productos de tabaco o alimentos. La propuesta busca crear conciencia sobre el impacto del uso sin control.
En muchos hogares, el celular se ha convertido en una “niñera digital”, lo cual es comprensible en contextos de trabajo y estrés familiar. Sin embargo, los especialistas insisten en que el acompañamiento de personas adultas es clave para un uso saludable.
Impacto en el aprendizaje y la conducta
El celular puede apoyar el aprendizaje cuando se utiliza con fines educativos. Aplicaciones interactivas y videos explicativos pueden reforzar materias como matemáticas o lectura. Pero cuando el tiempo frente a la pantalla no tiene un objetivo claro, puede restar atención a otras actividades importantes como el juego físico o la lectura tradicional.
El uso del celular en la niñez, especialmente sin límites, también se ha relacionado con comportamientos impulsivos, irritabilidad y dificultades para manejar la frustración. Además, hay preocupación por la exposición temprana a redes sociales, donde los niños pueden ser víctimas de ciberacoso o acceder a contenidos violentos.
La falta de sueño es otro efecto común. La luz azul que emiten las pantallas altera el ritmo circadiano, afectando el descanso y, en consecuencia, el rendimiento escolar y el estado de ánimo.
¿Qué pueden hacer las familias y escuelas?
Las familias cumplen un rol esencial en el acompañamiento del uso del celular. Establecer horarios, elegir contenidos apropiados y participar en lo que los niños ven o juegan ayuda a reducir los riesgos. También es fundamental dar ejemplo: si los adultos reducen su uso, los niños tenderán a imitar ese comportamiento.
Las escuelas también deben formar parte de la solución. Algunas instituciones han empezado a regular el uso de celulares durante las clases o incluso a restringirlos por completo en el aula. A cambio, promueven la lectura, el deporte y actividades en grupo.
A nivel social, es importante que se promueva una cultura digital responsable. Incluir educación sobre tecnología en los planes escolares y capacitar a madres, padres y docentes puede marcar la diferencia en el empleo consciente de estos dispositivos.
Equilibrio y responsabilidad sobre la utilización del celular
El uso del celular en la niñez es una realidad que no se puede ignorar. Tiene ventajas claras, como el acceso a información, la estimulación temprana y el contacto social. Pero también puede provocar daños si no se controla adecuadamente.
El reto no está en prohibir el celular, sino en enseñar a usarlo de forma positiva, segura y equilibrada. La infancia es una etapa clave para formar hábitos saludables y desarrollar habilidades sociales, emocionales y físicas. Cuidar estos aspectos es responsabilidad de toda la sociedad.
Con límites claros, supervisión constante y un enfoque educativo, el celular puede convertirse en una herramienta aliada, y no en un riesgo silencioso para el desarrollo de los niños y niñas.