
Don Cresencio Flores, de 72 años, ha dedicado su vida al servicio a Dios, el deporte y el bienestar de su comunidad en Camoapa
En el municipio de Camoapa, departamento de Boaco, hay una figura que ha sido un pilar fundamental en varios aspectos de la vida local: Don Cresencio Flores. A sus 72 años, ha dedicado gran parte de su existencia al servicio a Dios, al desarrollo del deporte y al bienestar de su comunidad. Su vida es testimonio de compromiso, entrega y amor por los demás. Hoy, a pesar de estar retirado de la vida pública, sigue siendo un referente para generaciones pasadas, presentes y futuras.
Don Cresencio nació en la comarca Peñas Blancas, una de las localidades rurales de Camoapa. Fue criado por sus tías maternas, quienes, con su ejemplo de trabajo en el campo y su fuerte sentido de valores, le inculcaron principios fundamentales, como la honradez, el respeto y la importancia del trabajo duro. “Mis tías fueron las que me enseñaron a ser una persona honesta, responsable, y a valorar siempre el esfuerzo”, recuerda con cariño.
Desde joven, Don Cresencio desarrolló una fuerte ética de trabajo, que lo llevó a participar activamente en las labores agrícolas de la comunidad. También a participar en actividades que lo conectaban con la gente de su entorno, incluyendo el deporte, una de sus pasiones más grandes.
La pasión por el béisbol de don Cresencio
Desde los 15 años, Don Cresencio sintió una gran afinidad por el béisbol, deporte que pronto se convertiría en una parte esencial de su vida. Durante su juventud, se dedicó a jugar en los equipos locales, destacándose por su dedicación y destreza. No solo fue jugador, sino también parte relevante del equipo técnico de béisbol de La Lagartera, su comunidad natal.
“El béisbol fue mi pasión, no solo como jugador, sino también como dirigente. Con el equipo de La Lagartera logramos varios campeonatos municipales. También tuve la oportunidad de jugar para la selección departamental, lo que fue un honor”, explica con nostalgia.
El amor por el béisbol de Don Cresencio trascendió el ámbito personal y lo llevó a involucrarse de manera activa en la gestión deportiva local. Durante años, gestionó recursos y actividades para promover este deporte, buscando siempre que los jóvenes tuvieran acceso a mejores oportunidades para practicarlo.
Impulso al desarrollo deportivo a través de la política
Don Cresencio también fue un actor clave en la política local, eligiendo un camino en el concejo municipal de Camoapa en dos periodos consecutivos. En ese espacio, su principal objetivo fue abogar por el desarrollo deportivo, consciente de las grandes carencias en infraestructura y recursos que enfrentaban los jóvenes deportistas. “Cuando me propusieron formar parte del concejo, vi la oportunidad de luchar por lo que me apasionaba: el deporte. Mi objetivo era que se asignaran más recursos para las distintas disciplinas, que los jóvenes tuvieran más espacios y mejores condiciones para entrenar y competir”, comentó.
Aunque algunas de sus propuestas no llegaron a concretarse debido a las limitaciones económicas y políticas, Don Cresencio resalta que siempre hubo un ánimo de cooperación y voluntad para hacer avanzar el deporte en el municipio. “No todo salió como esperábamos, pero sí logramos algunas cosas, y las intenciones siempre fueron buenas”, afirmó.
Un hombre de familia: valores transmitidos a las nuevas generaciones
A los 25 años, Don Cresencio se casó con su esposa, con quien tuvo cuatro hijos. A lo largo de los años, su familia ha sido una de las mayores alegrías y motivaciones en su vida. Fidelia Flores, una de sus hijas, lo describe como un hombre de gran carácter, pero siempre sereno y respetuoso. “Mi papá es una persona tranquila, de corazón noble. Siempre nos ha enseñado a valorar el trabajo honesto, a ser respetuosos con los demás, y a amar a Dios”, expresó Fidelia con orgullo.
La familia de Don Cresencio ha sido testigo de su amor incondicional por sus seres queridos, así como de su devoción a los principios de fe y trabajo que le transmitió desde pequeño. “Lo que más valoro de él es su capacidad para ser un buen ejemplo. A través de sus acciones, nos enseñó que la paz y la tranquilidad interior son lo más importante”, añadió Fidelia.
Un servidor de Dios en su comunidad
Uno de los aspectos más relevantes de la vida de Don Cresencio es su dedicación al servicio religioso. Hace más de 30 años, después de un retiro espiritual que cambió su vida, se comprometió con la evangelización y la vida de fe en su comunidad. “Desde que tuve mi retiro espiritual, comencé a involucrarme de lleno en la iglesia. He sido delegado de la palabra, y junto a otros hermanos de la comunidad, hemos caminado con la iglesia San Francisco en diferentes misiones”, relató.
Además de su servicio en la iglesia, Don Cresencio ha sido testigo de las transformaciones espirituales que ha vivido la comunidad a lo largo de los años, siempre con un enfoque en la unidad y la paz. “Mi vida ha estado marcada por la fe, y creo que esa ha sido mi verdadera fortaleza”, destacó.
Retiro tranquilo, pero con el legado intacto
Hoy, a pesar de estar alejado de la vida pública y política, Don Cresencio se dedica principalmente a su familia y al cuidado de su pequeña propiedad en La Lagartera. No obstante, su legado sigue vivo en aquellos que lo han conocido y lo han visto trabajar a lo largo de los años. “Ahora, me dedico a disfrutar de mi familia: mis hijos, nietos y bisnietos, y a cuidar lo que hemos construido”, comentó con una sonrisa.
Aunque ya no está involucrado en las actividades deportivas o políticas del municipio, Don Cresencio sigue siendo una figura ejemplar para las nuevas generaciones. Su legado de servicio a Dios, su incansable pasión por el deporte y su compromiso con la comunidad siguen marcando la diferencia en Camoapa.