En el 2019 el taller nuevamente abrió sus puertas, luego de permanecer cerrado a raíz de la crisis sociopolítica del 2018

En uno de los salones de la antigua casa solariega de Café de las Sonrisas, ubicado en calle Xalteva  de la ciudad de Granada, se ubica el taller de hamacas  “Tío Antonio”, donde más de 14  jóvenes,  algunos con discapacidad  auditiva y visual, se dedican a confeccionar diferentes estilos a base de algodón.

Este proyecto fue fundado por el  ciudadano de origen español Antonio Prieto Buñuel hace 16 años. Su idea de crear  el taller  surgió luego de observar en la zona  de embarque del aeropuerto de Managua, que la mayor parte  de  turistas que retornaban a su país llevaban una hamaca como  recuerdo y desde ese día  vio la oportunidad de fabricar el producto en Granada aprovechando la llegada masiva de visitantes internacionales.

Héctor Prieto, encargado de la producción de esta mediana empresa, recuerda que en los inicios se  presentaron los  primeros obstáculos, como el tener que recurrir a videos tutoriales de Google, para poder elaborar el producto.

Al poco tiempo contrataron como instructor a un destacado artesano que  ayudó a los trabajadores a  perfeccionar las técnicas necesarias para elaborar un producto de calidad, que al final conquistó el mercado de más de 30 países y brindó 38 empleos directos previo a la crisis social del 2018.

“El prestigio y la calidad de nuestro trabajo nos permitió tener clientes de mucho renombre, como el complejo turístico Guacalito de la Isla, donde nos compraron varias hamacas, para el descanso de sus visitantes”, relató con orgullo Héctor.

Sus trabajos también llegaron a la sede del Vaticano, donde el Papa Francisco recibió una hamaca de regalo elaborada con las manos laboriosas de un joven ciego, que tejió con gran detalle el presente al Sumo Pontífice de la iglesia católica.

Estos jóvenes granadinos  forman parte de un proyecto inclusivo que despertó el talento oculto  de personas que tenían gran dificultad para conseguir un empleo formal por su discapacidad, pero gracias a su trabajo y creatividad hoy aportan a la manutención de su hogar.

Jóvenes alcanzan oportunidad de estudio con confección hamacas 

Jennifer Hernández llegó como aprendiz al taller de hamacas. Ahora ya ha perfeccionado su estilo y gracias a los ingresos monetarios que devenga a la semana estudia el cuarto año de la carrera de administración turística y dice mostrarse agradecida al tener un empleo en su ciudad y no tener que  viajar a la capital, donde la mayor parte de sus amigos  buscan una oportunidad laboral.

Esta joven asegura que en un inicio fue difícil lograr los detalles de los  diferentes estilos de bordado de las  hamacas, pero la práctica permitió que se  convirtiera en una de las mejores obreras que alcanza finos fragmentos que aprecian cada uno de los compradores que llegan a la sala de venta, donde muestran con orgullo estos trabajos elaborados a pura mano sin tener que recurrir a maquinaria.

Los jóvenes exponen un catálogo a sus clientes para poder elegir cada uno de diferentes estilos de hamacas, entre los que sobresalen cunas de bebé, columpio, hamacas sin madera y una con capacidad hasta de 36 personas. También venden unas destinadas para el descanso de los perritos.

Previo a su compra usted puede disfrutar de un café, desayuno o almuerzo  en un amplio corredor del Café de las Sonrisas, donde todos sus  meseros y cocineros son jóvenes sordos. Aquí  el cliente realiza su pedido a través del lenguaje de señas  que  se exhibe en una amplia pared del local y con mayor detalles dentro del menú.


El taller de hamacas Tío Antonio, es un emprendimiento inclusivo que destaca en la ciudad de Granada.

La sonrisa es un lenguaje universal que transmite un mensaje por lo cual su fundador  el chef originario de Valencia, España, Antonio Prieto decidió ponerle el nombre  el Café de la Sonrisa. Una apuesta arriesgada que alcanzó gran éxito, pero luego se opacó a raíz del estallido social del 2018 y la pandemia del Covid-19, donde los turistas internacionales se alejaron de la ciudad colonial.

Este local está abriendo sus puertas nuevamente  con la esperanza de recuperar a su clientela y seguir siendo un referente en el mundo de un emprendimiento inclusivo, que brinda una oportunidad de empleo a jóvenes que muchas empresas no contratan por su discapacidad auditiva.

Alcancías elaboradas a base de yeso, otra alternativa de trabajo

Hace más de dos meses surgió un nuevo emprendimiento en los corredores del Café de las Sonrisas, tres  jóvenes decidieron elaborar alcancías a bases de yeso, para presentar una oferta a las tradicionales alcancías de barro que se comercializan en el mercado local.

Con  la paciencia  y precisión que requieren estos artesanos forman primero los moldes de  figura de unicornios, cerditos y princesas, para luego revestirlas de atractivos colores, para sus futuros compradores con precios desde los 150 hasta los 250 córdobas.

El joven René Maltez lleva a cargo  el proyecto Casa de las Alcancías, su mercado hasta el momento es la ciudad de Granada, pero la meta a mediano plazo es expandirse a diferentes departamentos para emplear una mayor cantidad de jóvenes.

“Estas alcancías tienen una gran aceptación en los niños por sus atractivos colores y diseño, el beneficio de este producto es que los padres de familia cultivan  en sus hijos el hábito del ahorro”, resaltó Maltez.

Si usted desea conocer estos trabajos puede visitar Café de las Sonrisa en calle Xalteva contiguo al hotel La Merced de la Ciudad Colonial.