La historia de Osiel Medrano, un camoapeño cuya vida siempre giró en torno al deporte y la formación de nuevas generaciones
La vida del profesor Osiel Salvador Medrano Pérez, hoy de 62 años, siempre estuvo profundamente ligada al deporte. Desde los siete años, cuando integró por primera vez un equipo de béisbol infantil, su camino quedó trazado: quería formarse, crecer y dedicar su vida a la actividad deportiva.
Nacido el 22 de mayo de 1963 en el hospital departamental de Rivas, vivió sus primeros años entre mudanzas familiares hasta establecerse en Camoapa, el lugar que lo vio crecer y donde descubriría su vocación deportiva. De su niñez recuerda tardes tranquilas, juegos en el parque y un ambiente sano que favoreció su desarrollo físico y emocional.
El primer gran impulso llegó desde la escuela mixta número uno, hoy Juan María Duarte, donde se integró a su primera liga como pícher. Desde ese momento, el deporte se convirtió en su motor de vida.
El inicio de una pasión inquebrantable
“Yo estaba en quinto grado cuando el profesor Benjamín Flores me dice: ‘vos vas a jugar con estos chavalos’. Era una liga juvenil y yo era el más pequeño”, recuerda Medrano. Sin embargo, la edad nunca fue un obstáculo: con apenas doce años ya había ganado varios partidos. Así comenzó su larga e inspiradora trayectoria en el deporte.
Durante su juventud practicó voleibol y atletismo, pero su corazón siempre estuvo en el béisbol, disciplina en la que cosechó los mayores logros. Fue campeón departamental, jugó en primera división y formó parte de equipos competitivos que marcaron época en la región.
“Fuimos invictos en esa liga departamental. Ese fue el preámbulo para que yo decidiera trasladarme a Cuba, no para ser deportista profesional, sino para aprender el conocimiento teórico y práctico. Fue difícil, pero lo logramos”, explica.
Formación académica y sacrificios del profesor Osiel Medrano
Después de concluir la secundaria, su trayectoria académica tomó giros inesperados. Ingresó a la carrera de Medicina en la UNAN, pero debió abandonarla por problemas de salud. Casi recibe una beca para estudiar en Alemania, pero nuevamente sus condiciones físicas se lo impidieron.
Finalmente, en 1985 recibió la oportunidad de estudiar deporte en Cuba, y no la desaprovechó. La formación fue exigente al máximo nivel: debía dominar teoría, práctica, psicología, metodología y otras áreas que fortalecen el ejercicio profesional del deporte.
“Las clases eran muy pesadas. Cuando nos fuimos a Cuba éramos veinte nicaragüenses y solo regresamos ocho. Fue muy duro, pero gracias a Dios logramos superar esa etapa”, relata Medrano.
El respeto que se gana en el campo
El profesor Medrano no solo dejó huella por su disciplina, sino también por su calidad humana. Así lo asegura su amigo y compañero de juego, Denis Hurtado, uno de los peloteros más reconocidos de Camoapa.
“Era muy bueno, incluso más superior a varios jugadores actuales del Pomares. Tenía una recta excelente, aunque a veces se descontrolaba y como cácher me tocaba calmarlo. Ganarle era difícil. Y como persona, siempre ha sido respetuoso y caballeroso”, comenta Hurtado.
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Ese respeto lo acompañó durante toda su carrera, tanto en el campo como en las aulas.
Aportes de Osiel al deporte nicaragüense
A su regreso a Nicaragua, comenzó a ejercer como profesional del deporte. Uno de sus primeros retos fue dirigir a la selección nacional de sóftbol femenino, con la que obtuvo una medalla de oro en los Juegos Centroamericanos, un logro que marcó su carrera.
También trabajó en reconocidos centros educativos privados en Managua, dejando huella en la formación de cientos de estudiantes.

Además, combina su profesión con su formación en Derecho, ejerciendo como docente del Ministerio de Educación desde 1990. Para él, enseñar es más que una labor: es vocación, disciplina y servicio.
Un legado que sigue vivo
Hoy, ya retirado, divide su tiempo entre Managua y Camoapa, donde también ofrece sesiones particulares de fisioterapia. Pero su amor por el deporte no se apaga: siempre está dispuesto a apoyar a quienes promueven la actividad física local, especialmente en las ligas infantiles.
“El deporte libera al individuo de los vicios, fortalece la salud, previene enfermedades y forma a niños y adolescentes emocional y físicamente. Mente sana, cuerpo sano… no hay donde perderse”, afirma con la convicción de quien vivió toda su vida para servir a través del deporte.
La historia del profesor Osiel Medrano es la crónica de un hombre que convirtió el deporte en su camino, su pasión y su destino, dejando un legado que continuará inspirando a nuevas generaciones camoapeñas.

