
Cada 7 de julio, fieles de Nicaragua y Costa Rica recuerdan con devoción a Sor María Romero, religiosa salesiana que dedicó su vida a los más necesitados
Este lunes 7 de julio, en Camoapa se conmemora la vida de Sor María Romero Meneses, una beata nicaragüense que dedicó gran parte de su servicio a los pobres en Costa Rica. En su honor, se realizará una misa a las 5:30 p.m. en la iglesia San Francisco de Asís, abierta a todas las personas devotas y fieles que deseen participar.
Cada año, esta fecha reúne a la comunidad camoapeña en oración y reflexión. Una de las organizadoras del evento expresa que Sor María fue un ejemplo de entrega y amor al prójimo, especialmente hacia los más vulnerables y los niños.
La devoción hacia Sor María Romero se ha mantenido viva gracias al esfuerzo de quienes continúan sus obras. “En mi caso, le tengo mucho cariño porque las religiosas salesianas que vivieron en Camoapa me enseñaron a quererla desde joven”, compartió una feligrés, quien cada año reparte alimentos a personas mayores en su memoria.
Inspiración para nuevas generaciones
Teodora Rodríguez, colaboradora en el área de catequesis de la parroquia San Francisco, cuenta que su vocación nació gracias a la historia de Sor María. “Ella fue catequista y eso me motivó. Ya llevo cinco años enseñando a niños y niñas, y lo seguiré haciendo mientras tenga fuerzas”, afirma.
La beata se ha convertido en un símbolo de inspiración para quienes enseñan la palabra de Dios. Para muchos, el 7 de julio también representa el Día de las Catequistas, al tener en Sor María un modelo de entrega y fe inquebrantable.
La vida de Sor María está marcada por actos concretos de amor y servicio. Por eso, su legado sigue vivo en personas como Teodora, que ven en ella una guía para trabajar por la comunidad y acompañar a la niñez en su crecimiento espiritual.
Sor María Romero: De Granada a San José
Sor María Romero Meneses nació el 13 de enero de 1902 en Granada, Nicaragua. En 1931 fue enviada como misionera salesiana a San José, Costa Rica, país que adoptó como su segundo hogar. Durante 46 años desarrolló una labor incansable: creó más de 30 oratorios festivos, abrió hogares para familias sin techo, fundó una policlínica para personas pobres y organizó programas de formación para mujeres.
Además, recolectaba ropa y alimentos que distribuía entre quienes más lo necesitaban. Con la ayuda de donantes y voluntarias —a quienes llamaba “misioneritas”— logró consolidar obras sociales que aún hoy impactan positivamente a muchas familias.
Sor María fue un puente entre los pueblos de Nicaragua y Costa Rica, y un ejemplo de cómo el amor al prójimo puede transformar vidas. Su labor incluyó a muchos nicaragüenses migrantes, quienes veían en ella a una hermana que nunca los olvidó.
Beatificación y fe viva
El 7 de julio de 1977, Sor María falleció de un infarto al miocardio. Años después, en 2002, fue beatificada por el Papa San Juan Pablo II luego de que se reconociera un milagro atribuido a su intercesión: el caso de María Solís, una niña costarricense que, contra todo pronóstico médico, nació completamente sana tras oraciones dirigidas a la beata.
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Ese reconocimiento no solo elevó su figura a nivel internacional, sino que reforzó su papel como modelo de fe, esperanza y entrega total a las causas del Reino de Dios.
Hoy, el proceso de canonización continúa, y la devoción por Sor María Romero sigue creciendo en los corazones de personas que ven en su historia una lección de amor, caridad y fe inquebrantable.