La señora Antonia Iglesias, fue una reconocida ministra de la Orden Franciscana Seglar de Camoapa y aunque tiene ya casi treinta años de fallecida, muchas personas la recuerdan como ejemplo y verdadero espíritu franciscano. Estuvo casada y no dejó descendencia, pero eso no fue necesario porque la Toñita, como se le conocía popularmente, cosechó muy buenas amistades al punto de sentir tener más familia.

Andrés Guevara, quien fue amigo personal de doña Toña Iglesias, reconoció que el mayor anhelo de Toñita Iglesias era tener varios hijos para que le hicieran compañía, pero la vida no le dio la virtud de ser madre. “Ella decía que de haber sabido que su esposo tenía problemas para engendrar, no se hubiese casado, vivía muy apesarada porque no tuvo descendientes” declaró.

Andres Guevara y Alfa Bodán en la cabina de Radio Camoapa. Archivo
Andrés Guevara y Alfa Bodán en la cabina de Radio Camoapa. Archivo

Para Guevara, ella tenía el espíritu franciscano con su forma de vivir, porque fue una mujer humanista que ayudaba al que más lo necesitaba. “Yo recuerdo que mucha gente llegaba a comer a su casa. Recibía a todo el que tocaba su puerta. Una franciscana entregada a su iglesia, ella nos enseñó mucho”, detalló uno de los miembros de la Orden Franciscana.

Guevara agregó que el mayor aporte de la señora Antonia Iglesias, a la Orden Franciscana Seglar, fue la formación y la integración de muchos miembros a esa organización religiosa. “Le gustaba que la orden creciera, cuando ella fue ministra invitó a muchas mujeres. Formó a muchísimas personas que luego se convirtieron en excelentes elementos”, aseveró.

Espíritu franciscano y devoción

Por su parte, la señora Zoila Valle, quien asegura prácticamente se crio en la casa de doña Antonia, concuerda con que fue una mujer entregada a su iglesia porque le dedicó gran parte de su vida. “Una persona supremamente cariñosa, que yo recuerde, nunca tuvo problemas con sus vecinos o gente de la comunidad. Amaba a la orden franciscana hasta su muerte”, detalló.

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Valle agregó que cuando se casó, doña Toña Iglesias le invitó formalmente a pertenecer a la orden franciscana, pero por cuestiones de la vida no se integró. “A su casa llegaban varias mujeres a recibir la formación, yo me estuve preparando para integrarme y cuando ya íbamos a hacer los votos, ella nos entregó los estatutos de la orden y cuando los leí pensé que no era para mí. Creo que ella se sintió un poco decepcionada”, aseveró la amiga de doña Antonia.

Según cuanta las amistades de doña Antonia Iglesias, cuando ya tenía una avanzada edad y con las enfermedades encima, comenzó a regalar sus pertenencias a los más pobres. Además, todas sus propiedades fueron entregadas a la iglesia local, con la promesa que nunca fuesen vendidas.

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