
Fue el cardenal Leopoldo José Brenes Solórzano, arzobispo de Managua, quien presidió la santa misa exequial en la catedral de Juigalpa, de fray Domingo Gatti. Lo consideró como un verdadero amigo que lo acompañó fielmente en su ministerio. Cuando estuvo al frente a la Diócesis de Matagalpa, ocupó el cargo de vicario general.
El fallecimiento de fray Domingo fue confirmado la tarde del lunes 31 de julio. Desde ese momento, los fieles de la parroquia San Francisco de Asís, de Juigalpa, comenzaron a llegar para ser parte de los diferentes oficios religiosos que fueron preparados por su descanso eterno.
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Aunque el cardenal Leopoldo José no ofreció ninguna declaración sobre fray Domingo, fray Reinaldo Urbina, si lo hizo. Calificó a Gatti como un hombre a quien se le encarnó el evangelio de Cristo. Además, hijo digno de San Francisco de Asís y de Santa Clara.
“Se nos fue un (santo), hombre-varón evangélico y apostólico. Desde joven vino y se entregó a este pueblo de Nicaragua. La mayor parte del tiempo la pasó en Juigalpa, pero también, la obediencia lo llevó a otros lugares”, dijo en el interior de la catedral de Juigalpa, fray Reinaldo Urbina.
Fray Domingo, italiano que se enamoró de Juigalpa
A la misa exequial llegó el alcalde de Juigalpa, profesor Erwing de Castilla Urbina. Al tomar la palabra, sostuvo, que fray Domingo era la humildad en persona y quien llegaba a hablar con él, salía lleno de paz porque fue hasta sus últimos días un promotor de ella.
“Debemos de tenerle un amor inmenso a (Domingo), ese fray italiano que se enamoró de Juigalpa. Pidió que sus restos fueran sepultados a la par de su hermano fray Miguel Gonfia, quienes llegaron juntos a esta ciudad, dispuestos a trabajar por ella”, expresó el edil.
“Se nos fue nuestro ángel fray (Domingo). Ahora que está en el cielo, le pedimos a nuestro padre celestial que lo reciba en su reino y desde el cielo venga el consuelo para mantenernos firme en el caminar de Dios. Que la orden Franciscana se fortalezca cada día”, dijo una de las integrantes de esta orden.

Gatti, quien falleció a sus 98 años, fue sepultado en el predio de la Parroquia San Francisco de Asís, de Juigalpa, a la par de la tumba de fray Miguel. Ambos dejaron huellas imborrables en esta ciudad con el desarrollo de diferentes proyectos sociales y espirituales.