Desde hace unos diez años, debido al cansancio y por su edad avanzada, doña Marlene Salgado dejó el negocio de la tortillería. Ahora únicamente se dedica a realizar los quehaceres de la casa y al cuido de sus nietos

Durante casi cuarenta años la tortillería ha sido la jornada laboral de doña Marlene Salgado. Inicia desde las cinco de la mañana. Ella, junto a su hija Luz Marina, han impulsado el negocio de vender tortillas en la ciudad de Camoapa.

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Doña Marlene es una de las primeras mujeres de Camoapa en emprender este tipo de negocio. Le ha permitido estabilidad económica a su familia, en particular a sus ocho hijos e hijas.

Marlene Argentina Mendoza Salgado, es el nombre completo de esta mujer emprendedora, quien ahora tiene setenta y dos años. Ha vivido su vida para el cuido de su familia lo cual la hace sentir orgullosa. Considera que logró que, casi todos sus hijos e hijas, tuvieran educación y alimentos en su mesa.

Inició su negocio por una necesidad económica

Doña Marlene nos cuenta, que inició su negocio por una necesidad económica para buscar el sustento de su familia. “Yo trabajaba con mi hija mayor. Nos levantábamos muy temprano porque la gente venía a buscar las tortillas de mañanita. Hacíamos un quintal de maíz diario”, cuenta una de las primeras emprendedoras del municipio.

La profesora Lisbeth Salgado, docente de educación primaria, es una de las hijas de doña Marlene. Asegura que su madre es trabajadora, humilde, sencilla, amable con todas las personas y un ejemplo de superación. “Las tortillas que se hacían acá en la casa eran muy reconocidas por su calidad, nos enseñó principalmente el valor del trabajo”, reveló la maestra.

La docente Salgado, asegura que agradecen a su madre por el empeño que tuvo con sus hijos e hijas. El mejor legado fue la educación que les procuró garantizar: “Todos mis hermanos tienen alguna carrera profesional o técnica, creo que eso ha sido la mejor herencia que nos ha dejado, nos sentimos orgullosos”, declaró la profesora Salgado.

Doña Marlene, afirma que nunca sintió pena de su trabajo en la tortillería, porque fue el sustento de toda su familia durante casi cuarenta años. “Yo trabajé con mi mamá desde joven haciendo pan. Acá en la casa también ornábamos, vendíamos frijoles cocidos, había que trabajar para comer”, reitera Salgado.