La pita es una palma que se transforma en una obra de arte, gracias a la creatividad de manos artesanas en Camoapa

Desde los tejidos más simples con hebras gruesas, hasta los entramados más finos que permiten doblar y guardar la pieza en el bolsillo, se construye el mundo de los tradicionales sombreros de pita que ubican a Camoapa en un escenario comercial con gran potencial.

Con justificada razón Camoapa también es reconocida como la tierra del sombrero de pita, debido a la fuerza que tiene la actividad artesanal en la producción de esas prendas.

Monumento dedicado a las artesanas tejedoras de sombreros de pita de Camoapa
Monumento dedicado a las artesanas tejedoras de sombreros de pita de Camoapa

En la ciudad de Camoapa es común encontrarse con alguien ofreciendo sombreros artesanales elaborados con la palma de pita, especialmente los días domingo, cuando las familias bajan al pueblo desde los cerros cercanos con sus productos elaborados.

Le puede interesar: Incrementa el precio de la lustrada de zapatos en Ocotal

Este escenario se acentúa durante las festividades patronales, porque el sombrero se asume como una prenda infaltable en el atuendo de la ocasión.

La oportunidad parece llegar por casualidad

Marisabel Montoya Duarte es originaria de Camoapa, pero su desempeño profesional le llevó hasta la capital desde hace muchos años y ahí se instaló con su propia familia. “Surgió alguien que me encargó uno y así me agarré el encargo yo fuerte, busqué, como en el pueblo uno conoce a los tejedores a los artesanos, busqué quien me tejiera bonito, quien me lo hiciera bien, pero si yo quería presentarlo bien para esta persona, como era la idea que yo tenía en un momento y entonces le hice su empaquito, se lo entregué, no tenía marca; pero a la persona le encantó”, recuerda Montoya del primer sombrero que le fue encargado.

Marisabel Montoya Duarte propietaria de Nicahat
Marisabel Montoya Duarte propietaria de Nicahat

Cuenta Marisabel que ella acostumbraba hablar de Camoapa y sus cosas maravillosas, por lo que alguien de su círculo de amistades le habló de los sombreros de pita, ya famosos en la capital. Eso ocurrió aproximadamente en el 2008 y en ese momento se abrió la puerta para que entrara la creatividad de Montoya, que poco a poco fue madurando la necesidad de establecer una marca.

Nicahat es una marca con una propuesta de valor

En el año 2011 Marisabel y su esposo pensaron que Nicahat eran las dos palabras adecuadas para identificar el producto que ahora contaba con valores agregados en su diseño, acabados, estilos y presentación. “Decidimos con mi esposo reafirmar eso un poquito hacerlo más serio y creamos una marca, registramos la marca y empezamos a comercializar”, refiere Marisabel al hablar sobre el proceso de consolidación de su emprendimiento.

Lea más: Tramos de pólvora en Juigalpa ya están vendiendo

Los productos de Nicahat tienen historia, pues cada sombrero está acompañado por una etiqueta que describe la cadena de valor, con los nombres de las personas que han intervenido en el proceso, desde el ripiado o preparado de las hebras, hasta el tejido y el ormado de las piezas.

La importancia de asociarse

El ritmo de ventas durante los primeros años fue discreto, pero siempre aparecía alguien pidiendo sombrero y fue hasta el año 2017 que tuvieron su primer encargo importante de productos. “En el 2017 yo tuve una orden de compra importante que me hizo pensar bien las cosas y tomar la decisión de dejar de trabajar para otros y crear entonces lo que ya es una empresa”, cuenta Montoya Duarte sobre el detonante que le permitió ampliar su horizonte empresarial.

La palma es transformada en hilos de pita
La palma es transformada en hilos de pita

En el año 2016 Montoya decidió unirse a la Red de Empresarias de Nicaragua y desde ese espacio comenzó a participar en ferias donde se exponían los sombreros de pita bajo la marca Nicahat. “El asociarse, el unirse con otros, el crear un grupo, buscar ambiente donde te puedan abrir las puertas como grupo porque cuando lo haces sola es difícil”, apunta la empresaria como parte de la estrategia recomendada a cualquier emprendimiento.

No todo ha sido fácil

El entusiasmo en las palabras de Marisabel es evidente, pero rápidamente advierte que no todo ha sido fácil, porque la crisis política del 2018 le encontró cuando daba los primeros pasos con su propia empresa, luego de tomar la decisión de renunciar al trabajo que tenia. “Yo decidí emprender, pero yo no tenía un capital que me apoyara, que me respaldara y cuando sos emprendedor no sos sujeto de crédito para un banco; los primeros meses yo me ensarté con las tarjetas, porque yo conté con mi liquidación”, reflexiona Montoya sobre lo difícil que fue enfrentar el año 2018 en medio de los compromisos económicos.

Venta de sombreros
Venta de sombreros

La pandemia hizo también lo propio y puso a prueba el ingenio y la creatividad de Marisabel, quien aprovechó el potencial de las redes sociales y el hecho de no tener un establecimiento físico. “Yo no tengo tienda física porque el concepto en mi modelo de negocio tuvimos que omitirla porque eso significa un gasto fijo mensual que gracias a Dios no lo tenía para el tiempo de la crisis y la pandemia, porque muchas no podían seguir manteniendo el pago del alquiler sin estar generando ventas”, apunta la empresaria.

Nicahat se proyecta más allá de las fronteras

La empresa no solamente ha tratado de cubrir la demanda del mercado nacional, sino que ha puesto su mirada en las oportunidades fuera del país, tratando de aprovechar cualquier invitación de participación en eventos presenciales y virtuales. Nicahat ha estado presente en ferias en California, Estados Unidos y próximamente participará en una feria navideña organizada por la Red de Empresarias y Emprendedoras para el Desarrollo Sostenible, los días 8 y 9 de diciembre, en las instalaciones del Museo de los Niños, en San José Costa Rica.