“Les pido de favor a los nietos que no me dejen solos a sus abuelos y tampoco les den malos tratos. Con mucha tristeza hemos constatado que muchos abuelitos parecieran que en sus casas estorban y en la mayoría de los casos se encuentran abandonados”, manifestó monseñor Marcial Humberto Guzmán Saballos, obispo de la Diócesis de Juigalpa.
El jerarca católico hizo esta petición al presidir en la catedral de Juigalpa la misa de este domingo dedicada a los abuelos. Es una celebración institucionalizada por el Papa Francisco desde hace tres años, como parte de la festividad de Santa Ana y San Joaquín programada para el miércoles 26 de julio.
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“Hoy nos unimos a todos para que nuestro Señor Jesucristo, que siempre está presente en todo, les asista a nuestros abuelitos y les muestren corazones nuevos para todos los abuelitos y abuelitas. Ojalá que puedan ser bien amados por sus familiares”, dijo el obispo de la Diócesis de Juigalpa.
Asistencia de abuelos y abuelas
A la catedral fueron llevados abuelos y abuelas, unos sosteniendo sus cuerpos con un bastón, otros en sillas con ruedas. Para garantizarles la movilización a los homenajeados, el primer vicario de catedral, padre Ronald Cerda, junto a los miembros del Consejo Parroquial, garantizaron vehículos para irlos a traer y a dejarlos a sus casas.
Don Julio Alcibíades Rivas, se mostró muy contento con la actividad y bendecido por ser abuelo, calificando de buenos a sus nietos con quienes conversa de diferentes temas. Además, les inculca el temor a Dios y en todo momento les da a conocer la importancia de ser ciudadanos de bien.
“Ahora, como padre, abuelo y bisabuelo, he aplicado el modelo de mis padres y eso me ha permitido tener una familia honesta, trabajadora y con buenos principios morales. En realidad, el modelo heredado me ha dejado buenos resultados e incluso en mi vida personal”, agregó por su lado, don Amílcar Vargas.
Después de la actividad, a los abuelos y abuelas se les entregó un refrigerio. De igual manera, un subvenir que dibujó la felicidad en sus rostros, quienes prometieron regresar con mayor frecuencia a la iglesia para ser parte de las celebraciones eucarísticas.
