El joven Miguel Ángel Rivera Henríquez se dedica a la venta de refrescos en las calles de la ciudad de Juigalpa. Trabajó en restaurantes de alta gama y luego, decidió buscar nuevos horizontes en Costa Rica. Ahí vivió en carne propia la triste realidad que se enfrentan a diario los migrantes. Sin embargo, ante la ausencia de oportunidades, regresó a su ciudad de origen.
De acuerdo a Miguelito, como lo conocen sus amistades, decidió retirarse de los restaurantes porque el desvelo comenzaba a ocasionarle estragos en su salud. Posterior, tomó la decisión de buscar una nueva alternativa de trabajo fuera de Nicaragua que le ofreció un cliente que llegaba con frecuencia a uno de los negocios que laboraba.
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Después de migrar, regresó a Juigalpa con un propósito, iniciar un negocio, pero no contaba con el dinero. Una de sus amigas le prestó la suma de 150 dólares, con lo que comenzó a cristalizar su sueño de preparar refrescos de calidad y ubicarse en un punto estratégico de la ciudad a ofertarlos.
Le resultó la venta de refrescos
Miguelito compró un termo, una licuadora, las bolsas y frutas. Empezó a preparar su primera venta ubicándose en los semáforos del cementerio, dejándole en sus primeros 10 días buenos resultados. Eso le garantizó pagar el préstamo. Hoy ya trabaja, como se dice, con fondos propios.
Este joven con grandes deseos de superarse en su ciudad prepara refrescos de pitahaya, maracuyá, limonada, Jamaica, cebada, pozol, pinolillo. Ahora, hace combinaciones como pitahaya con limón, zanahoria con naranja, melón con naranja y otros sabores de gran demanda en Juigalpa.
El joven sediento de superación, ingresó a un proceso de capacitación para experimentar variedades de combinaciones. Ofrece a su clientela que a diario crece, nuevos sabores, entre ellos, piña con hierbabuena y otros, que a su criterio tendrán buena aceptación en el paladar de los habitantes de Juigalpa.
Incrementan las ventas en su negocio
De acuerdo a Rivera Henríquez, inició vendiendo entre 50 y 60 refrescos al día. En la actualidad alcanza los 80, sin importar el sabor. Los vende a 20 córdobas, aunque inicialmente los ofrecía en 25 córdobas. Sin embargo, su plan era mover su producción y decidió bajar el precio.
Miguelito sueña con instalar en Juigalpa su negocio que desde ya lo nombró como “La Casa del Refresco”, por eso, ha comenzado a ahorrar parte de sus utilidades para dar los primeros pasos que es ubicar el local e ir buscando a sus futuros colaboradores.