La vieja edificación es administrada por la congregación, misioneros del Sagrado Corazón de Jesús. La nueva parroquia tiene un costo mayor a los 200 mil dólares

En las montañas del municipio de San José de Bocay, ubicado a 115 kilómetros de distancia de la cabecera departamental de Jinotega, se encuentra la parroquia San José, donde comunitarios reconstruyen el nuevo templo. Esa edificación existe desde los llamados tiempos de la Misión, hace más de cincuenta años. Según los habitantes es una construcción que ya dio su vida útil.

La parroquia fue una de las primeras en funcionar cuando las comunidades, eran visitadas una vez al año por un sacerdote que llegaba desde la Diócesis de Matagalpa y eventualmente de la Diócesis de Jinotega, cuando esta se constituyó como tal, bajo el pastoreo del ya fallecido obispo Pedro Lisímaco Vílchez.

Los comunitarios de esta localidad, decidieron emprender la construcción de la nueva parroquia. El costo de la obra es de casi 200 mil dólares, pero eso no amedrenta a la decidida feligresía. Realizan actividades para recaudar fondos, mientras que la mano de obra, la realizan rotando las comunidades que envían a sus trabajadores. Solamente pagan al personal técnico que está al frente de la construcción.

Mucho voluntariado de los comunitarios

Algunos miembros de la comunidad católica se han puesto al frente para salir a las comunidades a solicitar ayuda a los hacendados y productores. Este dinero que recaudan, se utiliza para compra de material y comprar alimentos para los trabajadores que, en algunos casos, ha llegado a ser hasta de sesenta voluntarios por día.

Primeras obras de la construcción de la parroquia, en el municipio de San José de Bocay
Primeras obras de la construcción de la parroquia, en el municipio de San José de Bocay

Un feligrés consultado expresó emocionado que había sido solicitado por el párroco de la iglesia. “El padre me tomó en cuenta y esta es una misión para servir a Dios y a mi iglesia. Estoy dentro del comité pro-construcción y nos dedicamos a pedir ayuda”, compartió.

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Lo más impresionante es la disposición de aquellas familias pobres que colaboran con gallinas, leña y bananos.  Por poco que parezca, ayuda para alimentar a los voluntarios y mantener la obra sin retraso, relató.

El apoyo de exiliados es vital

El éxodo masivo de comunitarios es una realidad innegable en Nicaragua. En su mayoría son católicos, es por ello que el aporte económico que ellos hacen desde el exterior para la construcción ha sido determinante para la nueva iglesia en San José de Bocay.

Dentro del comité pro-construcción hay hermanos que se dedican a localizar y solicitar ayuda a los católicos que están en Costa Rica, España, Estados Unidos y Panamá. De esta manera la obra lleva buen ritmo y pronto lograremos la meta”, afirman.

Es muy importante “el papel” que están desempeñando los laicos en esta obra, aunque el párroco está al frente. Es notable que la acción católica sea quien impulsa este proyecto. Se ha notado, un compromiso de la comunidad para con la fe que profesan.