
Además de cosechar para su casa, monta en su triciclo verduras y sale a vender. “Me va bien”, dice campesino
En la comunidad El Charcón, en el municipio de Santa María de Pantasma vive una familia que cultiva en su pequeño huerto. Es común escuchar de los pobladores la siguiente retahíla: “don Danilo diez pipianes, cinco ayotes, me da un elote con sal” y es para saludar a un humilde campesino que recorre los caminos en un triciclo mal trecho, donde carga los productos que produce en su parcela.
Don Danilo Dormus, nació en una familia dedicada al cultivo del maíz, pero los costos se han encarecido tanto que es imposible continuar dependiendo solamente de granos básicos.
Dueño de una manzana de terreno a orillas de un riachuelo natural, decidió sembrar unas matas de pipianes y eventualmente con un balde salía a vender el producto. Cada pipián, lo daba a dos pesos y con eso llevaba café, pan y azúcar a sus hijos que ansiaban su regreso, pues es el único soporte económico de la casa.
Según rememora el señor Dormus, hace quince años decidió iniciar esta aventura, sin ninguna experiencia, pues nadie se dedicaba a este tipo de cultivos. Se entusiasmó después de ver que “sembrando pipianes, podía mantener mis bollitos (dinero) en la bolsa”. Entonces también decidió sembrar ayotes y chayas para ampliar su mercado.
Regando su huerto a punto de balde
Por la extrema pobreza, don Danilo Dormus no tenía antes con qué comprar una bomba de agua para regar su huerto, por lo que en los meses de verano se levantaba a las cuatro de la mañana y aprovechando que la quebrada pasa cerca de su parcela, con balde en mano, regaba él su plantío. Su única ayuda es su esposa, que con dos “pichingas” también acarreaba el agua.
Ahora con la venta de su producto, pudo adquirir un pequeño motor que le sirve para bombear el agua de la quebrada a sus sembradíos, facilitando el riego, labor que ahora realiza en un par de horas por la mañana o por la tarde.
“En una ocasión se me ocurrió –contó el humilde productor–, sembrar un surco de maíz en medio de las plantas de ayote y pipianes, aprovechando el riego. Las plantas crecieron vigorosas y pronto tenía elotes, por lo que decidí cocerlos y ponerlos en mi triciclo para ofrecerlos en mi próximo recorrido por el vecindario. Los vendí todos”, relató.
Agregó que el éxito fue total. “Cada elote lo podía dar a cinco pesos y mis ganancias subieron hasta trescientos pesos, el doble de lo que gana un jornalero, por lo que decidí volver al cultivo del maíz, pero sin dejar mis otros productos”, dijo.
Siembra diez surcos de maíz por semana
¿Pero cómo en una parcela tan pequeña este productor logra tener siempre maíz tierno para elotes y tamales? “Al no tener más terreno, decidí sembrar solo diez surcos de maíz a espeque por semana, así el ciclo de maíz tierno, nunca termina”, responde.
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Los pobladores cercanos en épocas de verano llegan dónde Dormus para llevarse sus mazorcas de maíz y deleitarse ya sean cocidos o asados. También para elaborar sus deliciosos tamales de maíz tierno.

Su parcela ya es famosa. Algunas casas comerciales han citado su método de sembrar maíz para dar ejemplos a otros productores. Cuenta que todos sus hijos y nietos han podido ir a la escuela gracias al trabajo en su huerto. Esta nueva iniciativa le ayuda a mantener su economía familiar, ante la carestía de la vida que se agudiza cada vez más en el campo.