Este año no vera correr a San Juan por las calles de Camoapa

Juan Ronco ha visto correr a su Santo por las calles de Camoapa a lo largo de su vida centenaria, pero este año no podrá hacerlo, porque la actividad se realizará dentro del templo parroquial. Se trata de Juan Castrillo Romero, un tradicionalista devoto que hasta hace unos años corría con la imagen de San Juan en sus hombros por las calles de la ciudad.

Todavía el año pasado, con 106 años encima, Juan acompañó la carrera del Santo a lo largo de una cuadra, pero el cansancio le ganó. “El año pasado corrí una cuadra, ya me canso, no puedo correr mucho tiempo y la gente me lo pide, o viene hasta aquí a la casa”, cuenta el personaje visiblemente nostálgico al hablar sobre las carreras de San Juan.

El peso de los años no ha disminuido el espíritu de corredor que caracteriza a Juan Ronco desde su infancia, pero este año el Santo no podrá visitarle en su casa y tampoco le vera correr por las calles. “Estoy afligido porque dicen que este año no habrá procesión”, comenta Juan con tristeza.

Pero el entusiasmo de Juan Castrillo por vivir la fiesta de la resurrección le anima a asistir al templo parroquial, donde puede ver al Santo que sus hombros cargaron casi toda la vida. Juan nunca faltó en una carrera de San Juan, esa misma que recuerda el aviso del apóstol a la Virgen María sobre la resurrección de Jesús.

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En Camoapa le conocen como Juan Ronco

No recuerda con exactitud su fecha de nacimiento, ni puede precisar el día que sus pies descalzos se enfrentaron por primera vez a las calles pedregosas de Camoapa, pero afirma que solo tenía once años de edad cuando eso sucedió.  “Ese nombre de Juan Ronco me lo puso Juan Manuel Duarte por mi voz y así me quedé toda la vida”, refiere Castrillo mientras se sonríe y sus ojos muestran el brillo de su espíritu.

Juan dice que es originario de Chinandega, aunque algunos conocidos refieren que procede de Rivas, pero ese detalle pierde relevancia frente a su historia casi centenaria como corredor de San Juan cada domingo de Resurrección. “De ahí me vine para Granada, estuve en Granada donde el padre Romero, en aquel tiempo, famoso. Ahí estuve, ahí estuve, no me gustó, mucho me daban palo, entonces me vine con Pancho Urbina y la Ninfita Duarte”, relata Juan, recordando entre risas la historia de su arribo a Camoapa.

El año exacto no lo recuerda, pero la aventura de trasladarse a Camoapa pudo ser entre 1927 y 1928, cuando tenía tan sólo once años de edad. Juan se instaló en la casa de Don Fanor Duarte Baca y doña Emérita Marín Mena, un matrimonio joven de la época que le acogió y ayudó a curar sus males de salud.

Juan sufría de  niguas en los pies

Eran tiempos difíciles donde la atención a la salud mostraba todas sus precariedades y Juan sufría de  niguas en los pies, un mal común en aquellos años por caminar con los pies descalzos. Fue doña Emérita Marín, una de las fundadoras de la orden Franciscana en Camoapa, quien le ayudo a resolver sus dolencias.

Sólo después de mejorar su salud y luego de recibir sus primeros pagos, Juan pudo comprarse su primer par de zapatones, dejando atrás la historia de los pies descalzos. Sobre este episodio, Castrillo recuerda con especial énfasis que el par de zapatones solo costaba veinte pesos, mismos que ganaba cuidando gallinas, limpiando y haciendo mandados.

Cualquier corredor desearía tener su fortaleza

No existe ningún recuento oficial sobre la cantidad de kilómetros recorridos en las procesiones de San Juan, pero cualquiera necesitaría óptimas condiciones para asumir el desafío. Es una procesión de alta velocidad que exige fortaleza y resistencia, condiciones que Juan logró mantener por más de 90 años.

La Semana Santa cierra con el domingo de resurrección y la iglesia católica suele sacar ese día  las imágenes de Jesús resucitado y su madre la Virgen María, recorriendo las principales calles de la ciudad. También sale la imagen de San Juan al encuentro de Jesús y María, yendo y viniendo entre ambas procesiones, mientras recorre la mayor cantidad de calles hasta el punto donde se encuentran simbólicamente la madre y el hijo.

La imagen de San Juan va acompañada predominantemente por niños y jóvenes, pero hay adultos que tienen promesas y con devoción también corren junto al Santo y por momentos le cargan en hombros. Juan Ronco prácticamente es una estampa de esta actividad y este año podría cargar y correr con el Santo dentro del templo parroquial si así se lo permiten. 

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Juan Ronco es un personaje querido por la gente.

Cuando tenía 80 años, Juan Castrillo se desempeñó como carga bates de un equipo de beisbol en Camoapa y todavía se presenta al estadio municipal para disfrutar de algunos partidos. “Él pasa sus días en el campo recogiendo leña o se va para el estadio a ver jugar beisbol”, cuenta María de los Ángeles Jaime, nuera de Don Juan Castrillo.

Toda su vida ha sido una persona activa y ha desempeñado diversas tareas para ganarse el sustento, pero con más de cien años encima las cosas ya no pueden ser igual. “ Don Juan tiene muchos amigos que están pendientes de él, le mandan para su comida, lo quieren mucho”, refiere su nuera con especial sentimiento de gratitud.

Al momento de buscarle para escribir estas líneas, se encontraba en su humilde vivienda, sentado en una silla de plástico y con una sonrisa a flor de labios. Juan recibe con amabilidad y sencillez a quienes le visitan y no repara en hacer el  recuento de su historia.

En esta ocasión, Juan Ronco insistió en dar una demostración de su condición atlética, corriendo en el jardín frontal de su casa. Decirlo parece fácil, pero verle en movimiento con casi ciento siete años es algo extraordinario e inspirador.

Alguien debería reconocer sus méritos

Juan Castrillo ahora depende de su familia, pero al igual que todos los hogares humildes, en su entorno hay limitaciones que a veces se resuelven con el cariño de algunas amistades. “Sí fuera bueno que reciba un estipendio, es un gran personaje, en su momento contribuyó a que las tradiciones del pueblo no se perdieran. Sí le vendría bien un aporte económico”, dice Denis Hurtado, reconocido deportista y empresario de la localidad.

Para Denis Hurtado, Juan es una persona muy cercana a su familia y también  fue colaborador en su taller de soldadura, identificándole como alguien ejemplar y humilde. Se trata de una persona que a pesar de su pobreza vive feliz, concluye Hurtado al hablar de Juan Ronco, el tradicional corredor de San Juan en Camoapa.