
Se exilió en España y el gobierno de Nicaragua le negó la posibilidad de seguir desempeñándose como docente universitaria.
Haber dejado las aulas universitarias, a sus alumnos y sobre todo dejar de dar clases, ha marcado la vida de Claudia Espinal, una docente originaria de la capital quien tuvo que exiliarse en España tras haberse unido a sus alumnos en las protestas antigubernamentales de Nicaragua hace ya cuatro años.
Al ver que sus alumnos de las universidades UPOLI y Universidad Nacional Agraria estaban siendo asesinados un 21 de abril del año 2018, la docente decidió apoyar, decisión que le marcó y cambió la vida para siempre.
Pero fue un 20 de julio que tuvo que salir huyendo de Nicaragua junto a su hija menor y su hermana hacia España, país donde lleva exiliada ya cuatro años y desde donde aún sigue denunciando la violación a los derechos humanos de los nicaragüenses.
Debido a su lucha el gobierno sandinista impidió a Espinal las posibilidades de regresar a las aulas universitarias como docente en España, pues actualmente la Universidad UNAN- Managua le ha negado el derecho de homologar sus estudios.

“En la UNAN, que fue donde yo estudié filología y comunicación, no quisieron dar mi plan de estudios ni mis notas, que es lo que me piden acá en España para poder homologar, así que ya me olvidé de esa parte de dar clases en la universidad pero si llevo estudiando dos años para poder impartir cursos y no dejar a un lado mi pasión que es ser maestra”, dijo Claudia Espinal.
Abril es dolor y recuerdos amargos
Con su voz entrecortada, en audios enviados a través de la plataforma de Messenger, Claudia Espinal, narra sus recuerdos más dolorosos, los que están latentes cada día de su vida.
“El mes de abril duele, y mucho, abril es nostalgia y lo más duro de estar en el exilio es recordar a mis alumnos, es volver a vivir la quema de una familia entera, es llorar la muerte de un niño inocente, los recuerdos son muchos y muy dolorosos”, añadió Espinal.
En el año 2022, la maestra se propuso nunca olvidar, pero sí enfocarse a salir adelante en un país donde ha tenido que acostumbrarse a otras costumbres, donde ha tenido que ser fuerte para sacar adelante a su hija que también ha sufrido los estragos de un exilio forzado.
El exilio es empezar de cero
Tomar la decisión inmediata para abandonar su país, no fue nada fácil para la docente universitaria, quien salió huyendo tras empezar una persecución y asedio de parte de paramilitares armados, simpatizantes del gobierno sandinista y la policía.
“No fue nada fácil porque escogí un país que prácticamente está del otro lado del charco, a como decimos popularmente, llegar aquí sin conocer a nadie con mi hija y mi hermana. El exilio es adaptarse a otras costumbres, nadie está preparado para vivirlo, pedí apoyo internacional, pero es un proceso muy tedioso para poder obtener un permiso de trabajo”, explicó Espinal.
Además, añade que ha tenido que trabajar como asistente del hogar, cuidando a ancianos, trabajos que muchas veces no le permitían ver a su hija y a su hermana más que una vez por semana.
Al recibir su permiso de trabajo la vida cambió laboralmente para la docente nicaragüense, ya que en la actualidad se desempeña como asistente de atención al cliente para la segunda compañía telefónica más grande de España, trabajo que realiza desde su hogar, permitiéndole estar al cuidado de su hija.

Claudia Espinal no tiene un boleto de regreso hacia su país natal, pues indica que Nicaragua está sumergida en el olvido y en manos de una familia llena de odio que lo único que ha hecho es destruir el país, dejando sin oportunidades al sector pensante.
“Duele ver cómo día a día los muchachos, la masa pensante de nuestro país, están migrando a falta de oportunidades laborales, pero yo les digo a toda la sociedad, que hay que seguir teniendo esperanzas, aunque veamos que estamos lejos de que la situación en nuestro país cambie, pero si alguien me pregunta, que, si se queda o se va, les digo de corazón si pueden seguir luchando y tienen trabajo quédense, el exilio duele demasiado”, expresó la docente.
El domingo 17 de abril la maestra participó en la ciudad de Zaragoza como todos los años en un plantón denominado “Un grito por abril”, actividad que aprovechó para gritarle al mundo entero que no se rinde y que sigue en la lucha por ver a una Nicaragua libre de dictadura.