En su juventud vendió la carne de tiburón y hasta el pez cierra, pero hoy lamenta que estas especies hayan desaparecido del gran lago de Nicaragua

A las tres de la mañana se levanta todos los días doña Juliana Lumbí, para dar gracias a Dios por un día más de vida, luego  se dedica a lavar su ropa y a la cinco de la mañana, después de haber absorbido una taza de café, se enrumba a la comunidad Los Cocos a buscar el pescado que venderá en una mesa rústica de madera que mantiene frente a su casa en el barrio costero Miralago ubicado en las inmediaciones del Instituto Tecnológico Nacional de Granada (INTECNA). 

En su hogar creció viendo a sus padres Siriaco Lumbí y Margarita Mayorga  dedicarse a la venta de marisco y cuando llegó a joven pensó cómo iba ganarse la vida y al final decidió seguir el legado de sus progenitores. Se fue al mercado municipal a rentar un tramo, para  instalar su puesto de venta de pescado, con orgullo relata que con ese negocio sostuvo a sus 13 hijos.

“Yo miraba  que mis padres obtenían buenas ganancias de la venta de pescado y me empecé a cuestionar cómo iba a enfrentar la vida en el futuro y lo primero que se me vino a la mente fue ir a vender pescado al mercado, hoy  a mis 65 años doy gracias a Dios por seguir en este negocio que mantendré hasta que tenga las fuerzas físicas necesarias”, relata doña Juliana Lumbí. 

Esta mujer luchadora recuerda que a sus  41 años su esposo abandonó su hogar, por un  momento se llenó de incertidumbre, pero tomó las fuerzas necesarias, para seguir luchando junto a sus hijos, para asegurar el pan a su humilde familia. 

“Mi mamá es una mujer afortunada porque todos sus hijos gracias a Dios están vivos, algunos decidimos  emprender una carrera profesional, pero nunca nos hemos olvidado  de la venta del pescado, porque gracias a este pequeño negocio  logramos subsistir y estudiar, yo saqué una licenciatura en derecho”, narra María Elena Lanuza Lumbí. 

Mujeres del barrio Miralago siguen su ejemplo de trabajo 

En el año 2000 doña Juliana Lumbí decidió no seguir yendo más a su tramo del mercado, porque pasó más tiempo en su hogar cuidando a sus hijos. Al principio sintió temor al fracaso, porque en el  barrio Miralago su única calle era pedregosa, llena de polvo y creía que su clientela no iba a llegar a ese lugar.

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“Me arme de valor, saqué mi mesa con su respectiva pesa ofreciendo cangrejos, tilapia y guapotes frescos, los primeros días la clientela era mínima, pero a los pocos meses fue creciendo la afluencia  de compradores. A los pocos  meses varias familias instalaron su puesto de  pescado y el barrio Miralago se convirtió en uno de los principales acopio de los pescadores de las comunidades  El Paso, las Isletas y el Playón”

El Barrio Miralago en Granada es un referente para buscar pescado fresco y de calidad, decenas de familias llegan todas las mañanas en busca de una piña de guapote o una chuleta, para preparar un delicioso almuerzo.


En su juventud comercializó la carne de tiburón de agua dulce del Gran Lago de Nicaragua, pero hoy lamenta que esta especie al igual que el Gaspar y pez cierra  hayan desparecido

Doña Auxiliadora Figueroa es una de las mujeres granadinas que llega a comprar pescado al puesto de venta de doña Juliana Lumbí, dice visitar este puesto  por lo fresco que se oferta el marisco  y los bajos precios, donde una piña de guapote mediano de siete unidades la encuentra hasta en 140 córdobas. 

“Aunque tengamos que caminar un poco más vale la pena venir a comprar a este barrio de pescadores, porque nos encontramos con mujeres luchadoras, como doña Juliana Lumbí junto a sus hijos y nietos ofertando marisco”, recalcó Auxiliadora Figueroa.

Una herencia de trabajo en la familia

Fátima Lanuza Lumbí, desde niña viene trabajando a la par de su madre en la venta de mariscos, dice llenarse de orgullo cuando la gente las reconoce como “las pescaderas”, porque es una manera honrada de ganarse la vida.

“Ella siempre nos acostumbró a obtener nuestras pertenencias trabajando, por eso  la venta de pescado se convirtió en un medio digno para llevar el sustento a nuestros hijos con nuestro sudor”, reconoce Fátima. 

El oficio de pescadera desarrolló en doña Juliana Lumbí una habilidad para manejar unos filosos cuchillos y realizar con precisión el corte de filete sin espina del pescado  guapote o tilapia, donde sus clientes guardan un tiempo  observando, como aparta las escamas del pescado, para luego sacar los esperados corte del filete.

Extinción de peces en el Gran Lago de Nicaragua

Doña Juliana en su juventud iba junto a su madre a vender gaspar asado a la ciudad de Masaya, donde la libra la vendía a un córdoba con cincuenta centavos en la época de Semana Santa y tenía gran demanda porque las familias elaboraban el delicioso arroz con gaspar. 

“Hace cuarenta años era abundante la pesca del gaspar, nosotros comprábamos grandes cantidades a los pescadores, pero con el tiempo ha desaparecido, ahora encontrar uno es un privilegio y lo venden hasta en quinientos córdobas”, relata la comerciante. 

Al inicio de la década del 70 recuerda que en la ciudad de Granada operaba una empresa coreana que se dedicaba a la compra de tiburones, para luego exportar el filete al mercado asiático, pero debido a la sobreexplotación se fue agotando esta especie.

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“Nosotros íbamos a entregar el tiburón a la  empresa INDIMAR que estaba en el kilómetro 45 de la carretera Granada-Managua, pero a los años la empresa cerró porque el acopio era poco, es una lástima que esta especie haya desaparecido de las aguas del Gran Lago, porque daba un excelente filete”, recuerda Lumbí.

Otra de las variedades que también comercializó esta vendedora fue el pez cierra, pero hoy al igual que el gaspar y el tiburón es difícil encontrarlo.  

La época de verano representa su mejor momento de ventas y en Semana Santa logra sus mayores ganancias, pero en el invierno asegura que su clientela disminuye.

“En el invierno cuando caen abundantes aguaceros muchas veces salimos a dar lastima con nuestra mesa, por eso invito a las familias a visitarnos en este verano, para degustar un pescado de calidad y a buen precio”, concluyó la comerciante.